por Alejandro Aguilar
Subiendo la colina,
se ve la granja de Ana,
con un burro que rebuzna,
una cabra que bala
y un chanchito que gruñe
cuando le jalan la pata.
Una gallina culeca
cacarea por cebada
mientras Toño, el gatito,
le maúlla a la vaca:
“Dame un poco de tu leche,
tengo sed, no seas mala”.
La vaca, mugiendo, contesta:
“Es tarde, no hay nada.
Ven mañana tempranito,
cuando el gallo cante
y se lleven la leche
a vender a Levante.”
El trabajo continúa
en la granja de Ana,
en tanto el perro le ladra
a la cotorra que habla.
Subiendo la colina,
se ve la granja de Ana,
con un burro que rebuzna,
una cabra que bala
y un chanchito que gruñe
cuando le jalan la pata.
Una gallina culeca
cacarea por cebada
mientras Toño, el gatito,
le maúlla a la vaca:
“Dame un poco de tu leche,
tengo sed, no seas mala”.
La vaca, mugiendo, contesta:
“Es tarde, no hay nada.
Ven mañana tempranito,
cuando el gallo cante
y se lleven la leche
a vender a Levante.”
El trabajo continúa
en la granja de Ana,
en tanto el perro le ladra
a la cotorra que habla.