domingo, 2 de septiembre de 2007

BERNAL, POBLACIÓN MÁGICA, SEDUCTORA Y MISTERIOSA

POR elías AGUILAR

Ya me lo había comentado, con emoción, mi querido hijo menor Juan Elías: “Mi hermana Nadia me llevó a visitar la “Peña de Bernal” y es enigmática indudablemente.

“Fíjate que cuando llegamos cerca de la enorme piedrototota, nos llamó la atención que la cumbre estaba rodeada por una dona encapotada, y solamente allí había un chubasco y lo demás estaba totalmente despejado de nubes y de lluvia”.
He aquí, en todo su esplendor, el tercer megalito más grande del mundo, después del "Peñón de Gibraltar" y "El Pan de Azúcar" de Río de Janeiro, Brasil.

En mi calidad de ciudadano de infantería no disponía de otra alternativa que abordar un autobús de la línea “Flecha Amarilla”, en la Central del Norte del Distrito Federal, para desplazarme hasta la ciudad de Ezequiel Montes del estado de Querétaro, cabecera municipal y entidad más cercana donde se puede trasbordar al poblado de Bernal.

El colectivo amarillo, después de vericuetear por las calles, unas empedradas y polvorientas otras, empezando por la entrada al pueblo de “Tunas Blancas”, lo deja a uno exactamente en las faldas de “La Peña de Bernal”.

Pero si usted dispone de vehículo particular, un poco después de pasar Ezequiel Montes, ponga mucha atención para descubrir el anuncio, del lado izquierdo, que indica la desviación al poblado de “Tunas Blancas”, con dirección hacia “La Peña de Bernal”, antes de cometer el error de seguirse hacia Cadereyta, Querétaro o, un poco mas allá, hacia San José Iturbide, Guanajuato, otrora dominios políticos de la dinastía Torres Landa, particularmente del benjamín Juan Ignacio, y donde se encuentra enclavado el pequeño poblado de “El Capulín”, al que hiciera que figurara en el mapa de nuestra geografía mexicana su hijo pródigo Pepe Camarillo.

Excepcional compositor de nuestra música vernácula, sobre todo, y distinguido “morador”. Morador de “La Morada de Paz”. De la que, en entregas muy próximas, ya nos encargaremos de compartir con usted las crónicas de las vivencias que tuvimos el privilegio de disfrutar intensamente, durante la última década de su existencia…y un poco más, con sus singulares genios artísticos como Pepe Camarillo.

Según estudios que se han hecho, se ha podido confirmar que hace millones de años la peña fué un volcán.

Lo primero que hago al descender del transporte amarillo, es disparar mi cámara fotográfica en dirección de la majestuosa “piedrototota”, como se refiriera a ella de forma festiva mi, para entonces pequeño, hijo Juan Elías.

Ya al final del caserío, alrededor de la famosa peña y en la búsqueda de un cronista, de manos a boca descubro a un amable lugareño apoltronado sobre una silla y con sus botas apoyadas en el barandal del primer piso de su casa, quien me invita a pasar a su negocio de artesanías en tanto baja para atenderme, con una respuesta que interpreto como indiscutiblemente modesta y socarrona: “A ver si yo puedo contestar a sus preguntas”.

En la entrada leo “Lapidaria Peña de Bernal”, y dentro una exposición de múltiples figuras artesanales.

Después de decirme su nombre, don Celso Montes Vega empieza por enumerarme los materiales que emplea para realizar sus, en verdad, espléndidos trabajos artesanales.

- Lo que más trabajamos es la obsidiana para hacer esferas, huevos, caballos, peces, tortugas, elefantes y todas las figuras que usted ve moldeadas y talladas en cristal negro.

“Los huevos azules y verdes, por ejemplo, son de cristal volcánico que es muy parecido a la obsidiana. En sí se puede decir que es el mismo material, lo que varía es el color únicamente.

“Y, sí, como usted hace la observación, también hay material metálico del mismo mármol. A veces cuando lo estoy trabajando sale tan acerado que, incluso, tengo la necesidad de usar un disco de diamante, y hasta el diamante batalla para cortar.


“Las demás figuras son de mármol, desde luego, calcedonia, cuarzo, jicarita y una gran variedad de piedra que hay en abundancia en toda el área cercana a “La Peña de Bernal”.

Don Celso Montes Vega en plena faena artesanal, en el taller de su negocio "Lapidaría Peña de Bernal".

“Según estudios que se han hecho, se ha podido confirmar que hace millones de años la peña fue un volcán. Por lo que, me imagino, que era la lava que corría lo que formó las minas que ahora tenemos con tanta variedad de minerales, incluyendo a la mina de oro que lleva más de 100 años explotándose, lo mismo que la de plata, o las de mercurio y de ópalo”.

En la parte superior de su casa, don Celso Montes Vega, acondicionó su taller muchos años después de haber descubierto que tenía facilidad artística natural para moldear figuras en plastilina, y de que regresara de los Estados Unidos con dólares suficientes para construir su patrimonio familiar, y dedicarse a lo que, indudablemente, era su vocación desde siempre: la escultura y el amor a su pueblo y a sus raíces ancestrales.

“Afortunadamente hay una gran demanda gracias al numeroso turismo que viene a visitarnos, sobre todo los fines de semana, que es una fuente de vida que nos ha dado al pueblo –continúa don Celso-.

“De hecho, anteriormente la única artesanía que se producía aquí era la de la lana, de las cobijas y los sarapes. Y, ahora, ya vivimos un poco mejor gracias a nuestro trabajo de la producción de figuras del mineral de Bernal.

“Y, efectivamente, como usted lo hace notar, en San José Iturbide, Guanajuato, se elabora ropa de lana de buena calidad comercial en máquinas tejedoras, pero aquí en Bernal se fabrican las prendas enteras en grandes telares para hacer cobijas y sarapes, que, por fortuna, aún tienen mucha demanda por su reconocida calidad de manufactura y diseño”.

"Además de la obsidiana y el mármol, trabajamos también la calcedonia, el cuarzo y la jicarita", nos dice don Celso Montes Vega.

De pronto descubro unas réplicas a escala de “La Peña de Bernal” con diferentes figuras de animales en relieve y muy destacadas en cuanto a la proporción del megalito, lo que por el desconocimiento me parece burdo y de mal gusto para el valor milenario del colosal monolito, por lo que, seguramente, en base a mi evidente expresión facial de desaprobación, don Celso se apresura a explicarme:

- Esos son trabajos en moldes para barro cocido de réplicas a escala de la peña, con diferentes figuras de animales que en realidad existen esculpidas por la naturaleza o, a lo mejor, algunas hechas por los propios otomíes que fueron los verdaderos fundadores de nuestro pueblo.

Hasta entonces, sorprendido, entiendo otra de las maravillas que minuciosamente habría que analizarse de “La Peña de Bernal” y no aceptarlo sólo porque los lugareños tengan mucha imaginación de artistas.

Ya Miguel Ángel empleaba esa técnica de admisión con los aspirantes a ser sus discípulos, cuando los introducía en una habitación con manchas de humedad y les preguntaba qué veían en las máculas. Y cuando, orondos, respondían que “sólo manchas”, ese era argumento suficiente para el rechazo del maestro.

En contraparte, cuando el candidato convencido encontraba una o varias definidas figuras estilizadas en las manchas, de inmediato era aceptado como alumno del genio italiano.

Eso no quiere decir que no existan las figuras grabadas sobre la peña, porque ciertamente hay algunas que son tan claras que dan la impresión de haber sido cinceladas por algún artista.

Indudablemente el predominio de trabajo artesanal en obsidiana es notable.

Al hacer referencia de la historia inicial de mi hijo Juan Elías, igualmente emocionado me responde:

“Esa es una de las maravillas. Por eso mucha gente se sorprende por la neblina que con frecuencia está a media peña, en sus faldas o en la cúspide, y de que sólo allí llueve.

“Otro hecho importantes es el manantial que hay a media peña y que era conocido como “Agua Santa”, y de la que bebían nuestros mayores. Por eso se creía que todos ellos vivían tanto, en promedio hasta los 120 años. Pero no. Ahora que ya no tomamos de esa agua pura, energética y maravillosa, de todos modos la gente de aquí sigue rebasando los 100 años de vida.

“En lo que va del año, desgraciadamente hemos perdido 3 de los mas grandes: uno de 116, otro de 108 y el mas joven de 106 años; y hay muchos que viven todavía que tienen mas de 100 años, con su dentadura completa, una vista fenomenal y que caminan perfectamente”.

- Y de entre los, aproximadamente, 7,000 habitantes ¿usted ya está preparado para vivir más de 100 años?

- ¡Ja, ja, ja! Dios lo oiga y a lo mejor sí llego. Lo que pasa es que aquí se vive muy sanamente y con mucha, muchísima tranquilidad…

- Pero aparte yo intuyo que algo tiene que ver la gran energía que emite la peña. Porque, por cierto, se dice que a Bernal no sólo viene turismo nacional y extranjero, de “extranjía” de aquí de la Tierra, sino también turismo de otros sistemas solares, de otras estrellas, de otras galaxias… ¿Qué tan cierto es esto?

- Bueno, fíjese que yo soy bastante escéptico para creer en esas cosas, sin embargo la realidad me ha hecho pensar totalmente diferente. En una ocasión, con unos amigos, vimos una luz inmensa a la cual se le unieron una docena de pequeñas luces igualmente circulares. Por lo que yo supuse que la mayor era una nave nodriza. Como que las pequeñas se introdujeron y, de inmediato, se desplazó hacia el infinito en una forma verdaderamente vertiginosa.

Tortugas de diferentes tamaños, máscaras y herramientas prehispánicas de obsidiana, tienen gran demanda entre el turismo.

“En otra ocasión vimos una luz arriba de la peña, como de un diámetro de 100 metros, y abajo se vio como mucho polvo. Y esa luz giraba permanentemente cambiando de colores, del verde al azul, luego del rojo al naranja y al amarillo, y nuevamente al verde y al azul…colores muy bonitos hasta como con un poder de encantamiento o de hipnotismo para quienes observábamos. Y se fue elevando, elevando, elevando, hasta que desapareció por completo.

“Y la tercera ocasión, estando contemplando la peña con mi familia y a plena luz del día, como a las 4 o 5 de la tarde, igual vimos un gran disco plateado que se fue elevando lentamente hasta que desapareció.

“Eso que le cuento me ha pasado a mi, pero los demás han tenido sus propias experiencias, por lo que ya ni las contamos porque ya no nos sorprende. Ya lo vemos como algo natural, como si fuera parte de nuestra vida cotidiana”.

Ya en el camión de regreso, y mientras observaba como iba empequeñeciéndose la peña hasta desaparecer, con la nostalgia como si la conociera de siempre, venía meditando sobre lo bien que valdría la pena que las autoridades municipales y estatales, se pusieran de acuerdo para la construcción de un centro artesanal, donde se exhibieran para la venta los productos de lana y de la artesanía mineral de tanta demanda por la gran afluencia turística.

Asimismo, que las autoridades estatales y federales correspondientes, hicieran su mejor esfuerzo para construirle a Bernal una escuela preparatoria, que tanta falta les hace a los jóvenes de allí y de las poblaciones cercanas, con genuinos deseos de preparación antes de elegir una carrera universitaria.

Bien se lo merecen los habitantes del poblado que alberga el tercer megalito mas grande del mundo, con 360 metros de altura, después del “Peñón de Gibraltar” y de “El Pan de Azúcar” de Río de Janeiro, Brasil.