martes, 21 de agosto de 2007

EL PSICÓLOGO COMO COMPLEMENTO FUNDAMENTAL EDUCATIVO

Por elías Aguilar
¿Cuántas veces hemos escuchado a nuestros gobernantes en turno ponderar a los niños y a los jóvenes como “El Futuro de México”?

E incongruentemente, de forma ostensible, se han creado para ellos escuelas técnicas con el propósito de que, simultáneamente, estudien la secundaria y una carrera corta especializada para que, a partir de los 15 o 16 años, obtengan la preparación elemental como técnicos y se pongan a trabajar.

Lo anterior, pareciera ser, con el mejor de los propósitos de nuestros funcionarios de primer nivel, particularmente del Ejecutivo Federal y de la Secretaría de Educación Pública o, pareciera ser, con el malévolo afán de anular sus legítimas aspiraciones de conocimientos académicos universitarios.

Es obvio, desde luego, que el país no sólo requiere de profesionistas titulados en nuestras universidades, en el Instituto Politécnico Nacional, en la Normal de Maestros o en el Colegio Militar, por ejemplo, sino también es fundamental la participación de técnicos calificados para el necesario desarrollo de México, y del particular beneficio económico y de protección familiar।

Sí, pero habría que hacer un concienzudo análisis de genuina valoración vocacional entre el estudiantado, para una u otra alternativa de preparación.
Merced a ello, ponemos a sus respetable consideración nuestra propuesta de que en cada una de las aulas de las escuelas primarias y secundarias de nuestro país, debería implantarse como programa oficial la inclusión de un maestro con la especialidad de psicología.

Por lo que recurrimos a la calificada opinión de la psicóloga Araceli Moreno Gómez, egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana, y profesional del psicoanálisis en el Hospital Psiquiátrico “Fray Bernardino Álvarez”, en amable conversación ajena a geometrías políticas.

-Para su servidor y, en general, para los lectores de ¿¡Y!?, le agradeceríamos la precisión de la diferencia entre un psiquiatra y un psicólogo.

-Es muy sencillo: El psiquiatra es un médico. Primero estudia medicina y ya después hace su especialidad en psiquiatría, que es la parte en que se controla al paciente por medio de la medicina. Y el psicólogo, aunque la gente por vernos vestidos con una bata blanca, normalmente, y dependiendo para la institución para la que trabajemos, nos llaman “doctores” o “doctora”, como en mi caso, pero en realidad nosotros lo que estudiamos es una licenciatura en psicología, es decir, el tratado o estudio de la mente. Y hay varias maneras de manejo hacia el paciente, ya que cada enfermo de sus facultades mentales es muy diferente y, desde luego, el psicólogo sólo recurre a la medicina tras las indicaciones del psiquiatra.

-Luego entonces, ¿estaría usted de acuerdo en que sin considerar necesariamente como una enfermedad alguna fijación infantil, alguna actitud negativa o de inestabilidad emocional recurrente del ser humano, serían dignas del análisis y tratamiento a cargo de un psicólogo?

-Yo creo que en México estamos empezando. Siempre pensamos en comprarnos una medicina “porque tengo un dolor físico”, pero sucede que en lo emocional no hay dolor perceptible en el organismo. Nosotros los mexicanos, estamos acostumbrados a atender ese dolor físico, y como que pasamos desapercibidas las afecciones mentales como si fueran efímeras, como si no tuvieran importancia...

-Como si pensáramos: “Yo no estoy loco para ir a consultar a un alienista, a un psiquiatra o a un psicólogo...”

-La experiencia me ha enseñado que no hay presupuesto para satisfacer la demanda. Por ejemplo, en nuestro querido hospital “Fray Bernardino Álvarez”, como en todas las instituciones de salud mental de nuestro país, es mucha la demanda y muy escaso el personal que verdaderamente se requiere.

“Yo estoy totalmente de acuerdo en que, el pueblo en general, debería de acudir a un chequeo periódico de salud mental, como el que debería de realizarse una o dos veces al año, para enterarse a tiempo sobre su salud orgánica, es decir, cómo está funcionando su sistema cardiaco, pulmonar, visual, hepático, pancreático y de todo el importante sistema orgánico, que nos permite funcionar con perfección cuando se le atiende.
“Y en cuanto a su pregunta medular sobre la participación de un psicólogo en cada una de las aulas de las escuelas de educación primaria y secundaria de nuestro país, yo le diría que sería suficiente con el nombramiento de un psicólogo por cada una de las escuelas.
“Además sería importante crear un sistema de difusión permanente, a través de los medios masivos de comunicación, para sensibilizar a los núcleos familiares mexicanos, de que deben integrarse a un esfuerzo cotidiano de participación, para respaldar el trabajo de los maestros, como una fructífera educación e integral conducta social de sus hijos.
“Porque todos hemos escuchado los frecuentes pretextos de los familiares cuando se les solicita su determinante participación: “Mi marido no puede porque se lo impide su trabajo”, “Yo no puedo porque estoy muy ocupada todo el día con los quehaceres de la casa, y mis hijos mayores con sus estudios y tareas...pues tampoco pueden”, sin considerar ese poco de tiempo diario como fundamental dentro de sus quehaceres cotidianos.
“Y los maestros, no obstante sus convincentes argumentos de beneficio para los jóvenes estudiantes, no logran persuadir a los progenitores de la importancia de dedicarles 30 minutos o una hora diaria, como apoyo a los propios maestros para una óptima educación de sus hijos. Y no se trata de únicamente revisarles la tarea que, desde luego, está bien, pero una buena educación es mucho más que eso.
“Ahora, los psicólogos sería necesario que realizaran adicionalmente una especialización pedagógica, para que puedan participar en la orientación de los muchachos como usted lo propone”.
Sin embargo para este reportero si hay la posibilidad de disponer de recursos económicos, si se legislara para canalizar mayor presupuesto al sistema educativo, y quitarle un poquito a las Fuerzas Armadas, por ejemplo; o que de los excedentes de ventas de Pemex se destinen a la educación; o de lo incautado a gente como el famoso Zhenlí Ye Gon sea aplicado al presupuesto educativo. Pero parece ser que no hay voluntad política ni gubernamental.
Asimismo se nos ocurre que sería recomendable el responsable análisis de libros, como Oliver “Elección de Carreras” Todas las Licenciaturas de Todas las Universidades Públicas y Privadas, de editorial Limusa, por ejemplo, con la finalidad de que se les considere como modelo a seguir, o se actualicen para incorporarlos como libros de texto oficiales, y los jóvenes en la etapa de educación secundaria y bajo el sabio consejo familiar y del psicólogo, comiencen a vislumbrar su intrínseco futuro académico profesional.
Ya que, estará usted de acuerdo, la gran mayoría de los jóvenes estudiantes, aunque no tengan vocación, se van a la Facultad de Medicina porque el papá, el tío o el abuelito es médico; o a la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura, porque “los cuates” para allá van; o a Filosofía y Letras porque ya no hubo cupo en la carrera que ellos querían, y al final cuando se titulan, terminan dedicados a vender seguros, tacos o a manejar un taxi; y porque jamás se enteraron de la existencia de otras carreras con gran demanda de trabajo y bien remuneradas.
Y además y muy importante, sería el trascendental resultado de que nuestros muchachos obtendrían una sólida formación de una actitud de triunfadores, carentes de complejos y prejuicios negativos. Digo.