domingo, 9 de septiembre de 2007

PERRO MUNDO


Las Cuerdas Vocales que Besó Dios

Este jueves 6 de septiembre nos despertamos con la infausta noticia del fallecimiento del tenor Luciano Pavarotti.

Quizá el mas grande de las últimas décadas. Se dice que, seguramente, después del celebrado tenor napolitano Enrico Caruso (1873-1921). Pero no hay que olvidar a los 2 españoles contemporáneos Plácido Domingo y José Carreras.

Y menos aún debemos de dejar de mencionar al también italiano y universal como todos, Giusseppe di Stéfano, que, quienes saben de veras de voces privilegiadas, lo han situado como el heredero directo e insuperable de Caruso.

Cuando su servidor frisaba los 18 años, abandonó sus estudios de piano y vocalización en la Escuela Nacional de Música, por la ventolera de formar un grupo de Rock And Roll, que era el ritmo de moda y que había iniciado Billy Haley y sus Cometas.

Y como un adolescente mas, común y corriente, nos había cautivado ese nuevo ritmo, dejando momentáneamente atrás al mambo del “Cara’e Foca”, Dámaso Pérez Prado, y a Enrique Jorrín y Arturo Núñez con su sabroso cha, cha, cha, que habían sido un éxito una generación anterior a la mía.

Desde luego las magníficas voces de sopranos mezzosopranos, bajos, barítonos, tenores, tenorinos y demás intérpretes de óperas, operetas y zarzuelas, nos tenían absolutamente sin cuidado.

Si acaso llegamos a disfrutar de otras estupendas voces, era porque durante las reuniones familiares nocturnas, a la hora de la cena, era obligado sintonizar en la televisión de blanco y negro, programas como “Maxfactor las Estrellas y Usted” y “El Estudio Raleigh” del “Samuray de la Canción”, Pedro Vargas, donde escuchábamos al propio “Tenor Continental”, a Alejandro Algara, a Nicolás Urcelay, a Hugo Avendaño y a Mario Alberto Rodríguez, entre otros artistos y artistas (como diría iletrado expresidente).

Andando el tiempo y para cuando este aporreador de teclas de máquinas mecánicas de escribir, y “monero” fundamentalmente, a finales de los setentas del siglo pasado, fuera invitado por el poeta e historiador Othón Villela Larralde, a colaborar en las oficinas de Prensa de Canal 13, hoy Televisión Azteca, se me dio la privilegiada oportunidad de la deferencia de amistad de “Pipo”, Giusseppe di Stéfano, gracias a que Margarita López Portillo, a la sazón directora de Radio, Televisión y Cinematografía, tuvo la feliz ocurrencia de traer, desde Marruecos, al célebre tenor a fin de que grabara una serie de programas para Canal 13, que finalmente dejó en el olvido por su prioritaria ocupación de entretenimiento de estar quitando y poniendo a directores de la “Televisora del Ajusco”.

Debido a ello, el buen “Pipo” diariamente se la pasaba en los foros viendo otras grabaciones, o en prolongadísimas sabrosas conversaciones con nuestro director de Prensa y Relaciones Públicas, maestro Jacobo Morett Estévez y el doctor (en comunicación) Guillermo Torres Botello, y con el tal elías Aguilar, a quien con afecto se refería “Panza con Panza”, por obvias razones.

Mejor me explico: El tenor italiano era famoso también por ser un buen gourmet y diletante empedernido de sus tradicionales pastas como el spaghetti, en las diferentes preparaciones que conocemos en todo el mundo, además de cortes cárnicos, pescados y mariscos, y abundantes finos vinos rojos, rosados y blancos, según el caso.

Y el tal elías, tragón de guaraches, garnachas, tortas de tamales y tacos de cochinita pibil, tripa gorda y carnitas…y barriles de cerveza, pues…

Pero volviendo al meollo ¿dónde andará el maestro di Stéfano, y dónde Guillermo Torres, y dónde el maestro Morett?

El primero regresó a Marruecos y a Italia, donde alternadamente vivía; el doctor Torres se fue a radicar a Elgin, Escocia, y el maestro Morett, hasta donde sé, jamás abandonó el pueblote que lo vio crecer: El Distrito Federal.

Espero sigan aquí, en esta canica con nosotros. Y para los tres mi agradecimiento profundo, porque gracias a ellos adquirí el gusto por la música culta, y a valorar una Furtiva Lágrima por ausencias como la del maestro Luciano Pavarotti.