miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿Quién se lo dijo al comandante?


Por: elías Aguilar

Hace un año (12 de agosto de 2010) me llamó poderosamente la atención (como seguramente a otros muchos miles de sus lectores) que el comandante Castro Ruz, en sus Reflexiones de Fidel en el Granma Internacional, y que titulara “El Gigante de las Siete Leguas” (en recuerdo emocional a José Martí), señalara: “…Hoy me honro en compartir los puntos de vista de (Andrés) Manuel López Obrador, y no albergo la menor duda que mucho más pronto que lo que él imagina, todo cambiará en México”, a propósito de la reciente lectura del libro del tabasqueño “La Mafia que se adueñó de México”… Y el 2012”.

Asevera sentenciosamente, firmemente, que “mucho más pronto que lo que él imagina, todo cambiará en México”.

¿Por qué lo dice?

¿Porque al fin lo miembros del imperialismo Yanqui, y sus esbirros mexicanos de la burguesía recalcitrante, ya decidieron darle trato humano y comprensivo a los desposeídos y a los parias, y cederles sus gobiernos déspotas a cambio de unos honrados y entregados al genuino servicio del pueblo?

Pues no parece tan sencillo.

En todo caso los mayas tendrían razón, además del mismísimo Andrés Manuel López Obrador, por aquello de que el ser humano está despertando y se está dando la Revolución de las Conciencias.

Y los mayas, decíamos, calculaban, aseguraban en un razonamiento axiomático de Justicia distributiva, que para el próximo 21 de diciembre de 2012, los pocos muchos que logren sobrevivir a las hecatombes de la naturaleza, ya habrán tenido tiempo de reflexionar sobre las perversidades propias o de los abominables entes maquiavélicos (el maquiavelismo de la sabiduría de los nigromantes de Uxmal, por supuesto), escondidos tras un ostensible aparato de poder. Como han tratado de estarnos recordando nuestros hermanos mayores de las estrellas, en los campos de cultivo de Inglaterra, sobre todo.

O como señalara nuestro entrañable fraterno, poeta, compositor, historiador y escritor chiapaneco, Roberto López Moreno (“Yo se lo dije al presidente”): “Ya hay indicios del retorno de Quetzalcóatl. ¿No te parece prodigioso el hecho de que se han multiplicado los quetzales que estaban en peligro de extensión, y que al volar, al irse ocultando el Sol, parecen serpientes que van volando… como Quetzalcóatl; y que aparezcan los mensajes de nuestros visitantes espaciales?

El comandante Fidel Castro, es un hombre serio y muy documentado, sin duda; y entre más años tiene encima mayor es la sabiduría y serenidad en sus reflexiones, que ya han dejado más que preparado a su querido, y nuestro heroico hermano, pueblo de Cuba.

Y lo veo muy tranquilo como si tuviera la certeza de que su patria jamás va a desaparecer de la geografía del Caribe. De nuestro planeta.

Fidel Castro Ruz, ya trascendió los planos regionales para convertirse en genuino líder de opinión mundial, más abierto y directo.

Y permítaseme traer a la memoria a John Fitzgerald Kennedy, cuando se permitía ser gente noble y lograba que su nación cobrara conciencia social universal, y les decía: “No preguntes ¿Qué me puede dar Estados Unidos? sino más bien pregúntate ¿Qué puedo hacer por mi patria?

¿QUÉ HARÍAS POR TUS CONGÉNERES?
En ese sentido este periodista, en tanto tiene sueños recurrentes, que le parecen muy reales, como en un sopor  en una especie de videncias lo más parecidas a la realidad de un viaje astral inducido, me encuentro en las noches  viendo flotillas de naves extraterrestres con luces muy agradables, a punto de posarse en la Tierra para tener contacto abierto y directo con el ser humano, como fácilmente puede colegirse.

Decía que este comunicador, sólo ha pretendido ser un granito de arena visible (recordemos a Goethe que decía que “la modestia es de ruines”), que funcione.

Y sin saberlo, bien a bien, pero con el mejor de sus propósitos, el genio químico mexicano, Eduardo Rábago Tostado, me levantó de entre un montón de desechos del olvido, que me paralizara la mitad derecha del cuerpo, producto de una hemiplejia de una embolia. Me sacudió por completo y se preguntó entre susurros: ¿Para qué lo tiran, si todavía sirve?

Y mi gran anhelo es publicar ¡Ya! en Lengua en su Tinta, la desesperante incertidumbre de la conclusión de mi artículo “¿Tendremos que resignarnos a morir de sed y asfixiados?”.

¡BRAVO!
Hoy, a como dé lugar, me consigo un buen pedazo de pastel y, como niño malcriado, de un solo bocado me lo manduco completo y sin revisar si hay migajas, ni manchas de crema y chocolate en las ropas, en la mano izquierda y en la cara, me felicito por compartir uno de los días más felices con la humanidad por el logro del espléndido regalo del ingeniero químico Eduardo Rábago Tostado, de llevarle agua potable a México, e inmediatamente después, a todos los seres sedientos de este planeta Tierra… Si se le admitiera y a la velocidad que se requiere.